Está demostrado que la dieta tiene un papel fundamental en la aparición y desarrollo de la caries. Sabemos incluso que, el déficit de vitaminas A y D, de calcio y de fósforo, puede provocar alteraciones en el desarrollo dentario e incluso retraso en la erupción.

Las bacterias cariogénicas (las bacterias capaces de provocar caries) crean, junto con los restos de alimentos, una película pegajosa alrededor de los dientes que denominamos placa dental o biofilm. Estas bacterias se alimentan de hidratos de carbono fermentables y los transforman en ácidos que atacan el esmalte disolviendo el calcio y el fosfato de los dientes y provocando así su desmineralización progresiva.

¿Qué factores de la dieta intervienen en la caries?

• Hidratos de carbono fermentables: Tradicionalmente, siempre hemos asociado la aparición de la caries a la ingesta de productos azucarados. Esto es así sólo en parte ya que, además de los dulces, existen muchos hidratos de carbono ricos en fécula que contribuyen a la aparición de la caries como la pasta, el arroz, el pan, los cereales o las patatas
• Consistencia de los alimentos: Los alimentos pegajosos aumentan el riesgo de caries ya que permanecen mucho más tiempo adheridos a los dientes. Así, en contra de lo que podríamos pensar, una patata frita presenta más riesgo cariogénico que un caramelo, ya que los azúcares de este último, serán arrastrados por la saliva con mucha mayor facilidad. Cuanto más tiempo se queden pegados los alimentos a la superficie de los dientes, mayor es la probabilidad de destrucción del esmalte por parte de las bacterias cariogénicas.
• Frecuencia de la ingesta: No sólo es importante cuantos hidratos de carbono consumimos, sino con qué frecuencia. Cada vez que los ingerimos, las bacterias comienzan a producir ácidos que bajan el Ph de la boca. Este proceso dura unos 30 minutos. Pasado este tiempo, la saliva consigue neutralizar el Ph e inicia el proceso de remineralización del esmalte. Si las ingestas, sin embargo, son muy frecuentes, la saliva no conseguirá neutralizar estos ácidos y el proceso de desmineralización no podrá revertirse, con lo que aparecerán las caries. Así, el hábito de “picar” de manera constante, es claramente nocivo para nuestra salud dental.
• Alimentos protectores: Por otro lado, también existen determinados alimentos que pueden protegernos contra la caries. Así, el queso, que aumenta la salivación, o la manzana, que por su textura es capaz de arrastrar la placa dental, pueden contribuir a disminuir nuestra tendencia a la caries. Asimismo, los chicles sin azúcar, pueden colaborar en dicha protección, ya que la masticación constante arrastrará una buena cantidad de placa dental y aumentará la salivación.

Por supuesto, todos los factores descritos anteriormente se manifiestan menos cuando existe una correcta higiene dental. Es importante crear el hábito de cepillarnos siempre después de cada comida aplicando un dentífrico fluorado, que contribuya a fortalecer el esmalte, y utilizando la seda dental .

Asimismo, deberemos desterrar hábitos nocivos como la costumbre de dormir a los lactantes con un biberón de leche o de zumo. La exposición constante a los azúcares será la responsable de la aparición de las denominadas “caries de biberón”.

Como resumen, podemos resaltar que:

• Es muy importante seguir una dieta mediterránea equilibrada y no abusar del consumo de hidratos de carbono.
• Evitar en lo posible los productos pegajosos y, sino, no olvidarnos de realizar un buen cepillado de los dientes tras la ingesta de los mismos.
• Evitar comer y beber de forma excesivamente frecuente. Intentar no hacer más de 6 ingestas de hidratos de carbono al día.
• Por supuesto, tener una correcta higiene dental.
• Y, por último, ¡no olvidarnos de realizar una visita al dentista al menos cada 6 meses!