Dolor de la muela del juicio

Las muelas del juicio, llamadas por los odontólogos cordales, erupcionan entre los 18 y los 24 años. Es la última pieza dental en erupcionar y la que más problemas ocasiona.

Actualmente, la muela del juicio no tiene el espacio suficiente para erupcionar en el 90% de los individuos. Los maxilares en el ser humano cada vez van siendo más pequeños. Ya no masticamos carne cruda o cosas muy duras por lo que no necesitamos unos huesos tan desarrollados. Así, podríamos decir que las muelas del juicio son , hoy por hoy, un vestigio del pasado.

¿Por qué duele al erupcionar?

Aún cuando existe el espacio suficiente, la erupción de la muela del juicio suele producir cierto dolor, sobretodo en el caso de las inferiores. Esto sucede porque al erupcionar al final de la boca, se crea un bolsillo entre la encía que cubre la muela y el cordal, donde entran restos de comida y bacterias que, aprovechando la cálida y húmeda zona, generan una infección que denominamos pericoronaritis. En algunos casos el dolor puede incluso irradiarse hasta la garganta o el oído. El dolor causado por las muelas del juicio suele ser intermitente.

Para resolver la pericoronaritis, generalmente basta con una higiene adecuada, insistiendo con el cepillo en la zona inflamada e introduciéndolo en el bolsillo creado entre la encía y la muela para arrastrar los restos que se hayan podido depositar. Como ayuda, utilizaremos un colutorio o un gel de clorhexidina a nivel local y antiinflamatorios tipo ibuprofeno a nivel sistémico.

En algunos casos, además de lo anterior, habrá que prescribir también tratamiento antibiótico. Una vez controlada la infección, valoraremos si es necesario recortar la encía que cubre la muela del juicio, en los casos en que ésta dispone del espacio suficiente para erupcionar, o está indicado extraerla porque carece del espacio necesario.

¿Qué ocurre cuando la muela del juicio no tiene sitio para erupcionar?

Cuando la muela del juicio no tiene espacio para erupcionar decimos que se ha quedado «incluida». En estos casos, es muy importante extraerla lo antes posible, ya que mantenerla en boca, comporta importantes riesgos.

En primer lugar, si al paciente se le ha realizado previamente un tratamiento de ortodoncia, la presión de la muela del juicio puede provocar que los dientes vuelvan a descolocarse progresivamente. Por ello, si existe un cordal incluido es fundamental extraerlo en cuanto finalice el tratamiento. En el caso de pacientes adultos, es conveniente extraerlos previamente al tratamiento ortodóncico.

Existe también el riesgo de que la muela del juicio lesione la raíz del molar que se encuentra justo por delante de ella, con lo que no existiría tratamiento posible para resolver la lesión y habría que extraerla.

Aunque, sin duda, el riesgo más importante es que se produzca el clásico «flemón» de la muela del juicio, habitual en el caso de las inferiores (las superiores suelen dar menos problemas) . La cara se hincha y la piel de la zona se percibe enrojecida y caliente. La apertura de la boca aparece reducida y el dolor puede irradiarse a la garganta, oído e, incluso, cabeza. Los ganglios submandibulares están afectados y en muchos casos aparece fiebre. El dolor, que también se percibe a lo largo de varias piezas dentales, adquiere un carácter pulsátil, incrementándose y atenuándose por momentos.

«Será fundamental controlar la infección lo antes posible para evitar que acabe diseminándose y produciendo una infección generalizada, que tendría repercusiones muy graves en la salud general del individuo.»

Comenzaremos el tratamiento con antiinflamatorios y antibióticos que reduzcan la infección. Una vez controlada, procederemos a la extracción quirúrgica de la muela del juicio. Dicha intervención puede realizarse con una simple anestesia local.

«Pero, como siempre decimos, prevenir vale más que curar. Si una radiografía muestra que tienes una o varias muelas del juicio sin espacio, conviene extraerlas lo antes posible, aunque todavía no den sintomatología.»